La reconciliación cumple funciones biológicas, no sólo culturales: Instituto Mexicano de Psiquiatría
Texto: Antimio Cruz Fotos: Animal Behavior, película The tree of life y Antimio Cruz
La reconciliación cumple muchas funciones biológicas en las sociedades de animales y no es privativa de los seres humanos. Sirve para restaurar las relaciones que tenían los contendientes antes de una agresión y sirve para evitar que dentro de un grupo la agresión escale y termine siendo un pleito entre todos. Esto se ha observado en primates y también en humanos, afirmó a Ciencia Budget Ricardo Mondragón Ceballos, quien ayer fue galardonado con el Premio Manuel Camelo al concluir la XXVI Reunión de Investigación del Instituto Nacional de Psiquiatría.
El premio, que lleva el nombre Manuel Camelo, en honor al psiquiatra que fundó la primera clínica para enfermos nerviosos y mentales en Monterrey, fue otorgado este año a Mondragón Ceballos, en reconocimiento a una trayectoria de más de 30 años en el Instituto Nacional de Psiquiatría, la UNAM y la ENAH. En ese periodo, el galardonado ha hecho estudios comparativos del comportamiento de diferentes grupos animales, incluyendo a ratones, monos y seres humanos.
Además de estudiar actualmente los mecanismos de formación de redes sociales y los procesos de atracción sexual y selección de pareja, el doctor Mondragón ha estudiado las causas de la agresión y la reconciliación entre grupos animales, entre ellos los seres humanos. Estos estudios parten de ideas enunciadas en la segunda mitad del siglo XX, por el holandés Franz de Waal.
El profesor e investigador subraya que nunca hay que perder de vista que entre seres humanos la agresión y la reconciliación son fenómenos multifactoriales que combinan lo biológico con lo cultural, por lo que todavía de consideran como una pregunta abierta.
“Sabemos que los animales usan la agresión para poner fin a un conflicto, por ejemplo de acceso a alimento, espacio o pareja para reproducción. En el caso de los seres humanos es más complejo porque intervienen otros factores culturales que afectan la reconciliación. Incluso hemos observado que hay culturas que favorecen la reconciliación como los rusos, y hay culturas que no favorecen la reconciliación, como los norteamericanos”, dice el experto que ha realizado estudios en Alemania, Inglaterra, Portugal y México.
Los efectos de la falta de reconciliación entre grupos animales es también objeto de estudio de Mondragón y uno de sus alumnos de doctorado para entender qué pasa cuando no hay una reconciliación directa entre los contendientes y un tercer individuo del grupo se presta a mediar. Esto ha generado información inquietante.
“Si los animales y los macacos tienen la capacidad de ver el efecto negativo que tiene una agresión sin reconciliación e intervienen para mediar, porque el conflicto amenaza a la estructura de todo el grupo, entonces podemos decir que también aquí hay una expresión similar a la política humana, de parte del grupo de animales, para lograr una reconciliación”, indica el etólogo y neurobiólogo.
“Trasladado a los humanos y a nuestro país, donde la violencia nos ha desbordado, esto sugiere buscar los mecanismos reconciliadores naturales en el ser humano, para mantener las asociaciones de cooperación. Los animales no lo hacen racionalmente, pero los humanos sí pueden entender que con reconciliación los costos del conflicto se aminoran”.
- En una sociedad masiva, como la mexicana, ¿Esta función de intermediario reconciliador podría asumirla un individuo o tendrían que ser grupos de reconciliadores?
- A un nivel masivo, tendrían que trabajar grupos de reconciliadores, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Pero aún se pueden hacer muchas cosas a nivel familiar y organizacional donde sí puede haber individuos que funcionen como reconciliadores. En algunas escuelas en México se han puesto en práctica ejercicios en los que los niños asumen el papel de reconciliadores. Esto permite ver que la intermediación sí es una alternativa poderosa conductualmente, para la reconciliación.
Sería difícil pensar, en este momento, en un grupo que trate de reconciliar a la sociedad con el crimen organizado, porque ahí hay un elemento de desobediencia civil muy grande, pero en otros campos de la sociedad, donde hay agresiones sí funcionaría.
Además, desde una perspectiva fisiológica, la reconciliación es benéfica porque reduce la carga de tensión y estrés que produce el conflicto.
La reconciliación cumple muchas funciones biológicas en las sociedades de animales y no es privativa de los seres humanos. Sirve para restaurar las relaciones que tenían los contendientes antes de una agresión y sirve para evitar que dentro de un grupo la agresión escale y termine siendo un pleito entre todos. Esto se ha observado en primates y también en humanos, afirmó a Ciencia Budget Ricardo Mondragón Ceballos, quien ayer fue galardonado con el Premio Manuel Camelo al concluir la XXVI Reunión de Investigación del Instituto Nacional de Psiquiatría.
El premio, que lleva el nombre Manuel Camelo, en honor al psiquiatra que fundó la primera clínica para enfermos nerviosos y mentales en Monterrey, fue otorgado este año a Mondragón Ceballos, en reconocimiento a una trayectoria de más de 30 años en el Instituto Nacional de Psiquiatría, la UNAM y la ENAH. En ese periodo, el galardonado ha hecho estudios comparativos del comportamiento de diferentes grupos animales, incluyendo a ratones, monos y seres humanos.
Además de estudiar actualmente los mecanismos de formación de redes sociales y los procesos de atracción sexual y selección de pareja, el doctor Mondragón ha estudiado las causas de la agresión y la reconciliación entre grupos animales, entre ellos los seres humanos. Estos estudios parten de ideas enunciadas en la segunda mitad del siglo XX, por el holandés Franz de Waal.
El profesor e investigador subraya que nunca hay que perder de vista que entre seres humanos la agresión y la reconciliación son fenómenos multifactoriales que combinan lo biológico con lo cultural, por lo que todavía de consideran como una pregunta abierta.
“Sabemos que los animales usan la agresión para poner fin a un conflicto, por ejemplo de acceso a alimento, espacio o pareja para reproducción. En el caso de los seres humanos es más complejo porque intervienen otros factores culturales que afectan la reconciliación. Incluso hemos observado que hay culturas que favorecen la reconciliación como los rusos, y hay culturas que no favorecen la reconciliación, como los norteamericanos”, dice el experto que ha realizado estudios en Alemania, Inglaterra, Portugal y México.
Los efectos de la falta de reconciliación entre grupos animales es también objeto de estudio de Mondragón y uno de sus alumnos de doctorado para entender qué pasa cuando no hay una reconciliación directa entre los contendientes y un tercer individuo del grupo se presta a mediar. Esto ha generado información inquietante.
“Si los animales y los macacos tienen la capacidad de ver el efecto negativo que tiene una agresión sin reconciliación e intervienen para mediar, porque el conflicto amenaza a la estructura de todo el grupo, entonces podemos decir que también aquí hay una expresión similar a la política humana, de parte del grupo de animales, para lograr una reconciliación”, indica el etólogo y neurobiólogo.
“Trasladado a los humanos y a nuestro país, donde la violencia nos ha desbordado, esto sugiere buscar los mecanismos reconciliadores naturales en el ser humano, para mantener las asociaciones de cooperación. Los animales no lo hacen racionalmente, pero los humanos sí pueden entender que con reconciliación los costos del conflicto se aminoran”.
- En una sociedad masiva, como la mexicana, ¿Esta función de intermediario reconciliador podría asumirla un individuo o tendrían que ser grupos de reconciliadores?
- A un nivel masivo, tendrían que trabajar grupos de reconciliadores, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Pero aún se pueden hacer muchas cosas a nivel familiar y organizacional donde sí puede haber individuos que funcionen como reconciliadores. En algunas escuelas en México se han puesto en práctica ejercicios en los que los niños asumen el papel de reconciliadores. Esto permite ver que la intermediación sí es una alternativa poderosa conductualmente, para la reconciliación.
Sería difícil pensar, en este momento, en un grupo que trate de reconciliar a la sociedad con el crimen organizado, porque ahí hay un elemento de desobediencia civil muy grande, pero en otros campos de la sociedad, donde hay agresiones sí funcionaría.
Además, desde una perspectiva fisiológica, la reconciliación es benéfica porque reduce la carga de tensión y estrés que produce el conflicto.