Reducen riesgo cardiovascular de padres con programa escolar para niños
Texto: Antimio Cruz Foto: Fundación Menudos Corazones
Educar a los niños tiene un impacto indirecto pero efectivo en la vida de los adultos. La Universidad de Sao Paulo, Brasil, demostró que un programa de enseñanza sobre cuidados al corazón enfocado a niños de entre seis y diez años de edad, logró que disminuyera 91 % el grupo de padres con más riesgo de infarto.
Los resultados del experimento, que fueron presentados este lunes en París ante la Sociedad Europea de Cardiología (ESC por sus siglas en inglés), incluyeron á un grupo de 197 niños y 323 padres. A pesar de que la muestra es pequeña, los datos colectados dejaron un registro muy puntual de la manera como los niños menores a diez años hicieron cambiar los hábitos de sus padres, quienes en promedio tenían 38 años de edad.
El experimento fue diseñado por la investigadora Luciana Fornari, quien se apoyó en un grupo multidisciplinario de expertos de las universidades de Sao Paulo y Anchieta.
El equipo se apoyó en numerosas herramientas pedagógicas, como obras de teatro, concursos de dibujo, charlas y talleres, en los que los niños aprendieron algunos datos centrales como la importancia de moderar el consumo de azúcar, evitar el tabaco, distinguir entre alimentos ricos en grasas y medirse constantemente el peso y la circunferencia de la cintura para tener un coeficiente bajo de factores de riesgo.
El experimento se realizó a lo largo de 2010 y se observó que el 91 % de los padres que tenían riesgo inminente de un infarto, según las guías médicas de prevención de enfermedades cardiacas de Estados Unidos y de Brasil, disminuyó su riesgo gracias a cambios profundos en dieta, manejo del estrés y actividad física.
La inspiración para hacer este experimento surgió en Fornari a partir de su porpia experiencia de maternidad, donde observó que los hijos pueden modificar, de manera eficiente, los hábitos de la familia con los conceptos que han aprendido en la escuela.
El estudio se llevó a cabo en la ciudad de Jundiaí (situada a 60 kilómetros de Sao Paulo), en la que se trabajó con los 197 niños y 323 padres, los cuales se dividieron en dos grupos.
La mitad del grupo , identificada como grupo de control, recibió materiales didácticos pero sin asesoría personalizada. Estos niños fueron provistos con material educativo escrito a principios y mediados de 2010.
El material incluyó información sobre los beneficios del estilo de vida saludable, tales como regular el consumo de grasa y azúcar, aumentar los ejercicios físicos y evitar el tabaco.
La otra mitad del grupo, a la que se llamó el grupo de intervención recibió el mismo material y pero además recibió un programa semanal de educación sobre cuidados al corazón, con mensajes adaptados a sus diferentes edades. Aquí también se incluían los conceptos de una alimentación sana, evitar el tabaco y la importancia de la actividad física.
En ambos grupos, los investigadores reunieron los datos de los padres en el comienzo y el final de 2010, con medidas de peso, talla, circunferencia de cintura, presión arterial y exámenes de laboratorio. De estos datos, los investigadores calcularon el riesgo cardiovascular de los padres.
Al final de año las mediciones arrojaron mejoría en los dos grupos, pero mientras los padres de los niños que sólo recibieron material didáctico disminuyeron su riesgo cardiovascular en 13% aquellos que recibieron asesorías personalizadas bajaron 91% su riesgo de accidentes cardiovasculares. Según los resultados presentados en París.
Educar a los niños tiene un impacto indirecto pero efectivo en la vida de los adultos. La Universidad de Sao Paulo, Brasil, demostró que un programa de enseñanza sobre cuidados al corazón enfocado a niños de entre seis y diez años de edad, logró que disminuyera 91 % el grupo de padres con más riesgo de infarto.
Los resultados del experimento, que fueron presentados este lunes en París ante la Sociedad Europea de Cardiología (ESC por sus siglas en inglés), incluyeron á un grupo de 197 niños y 323 padres. A pesar de que la muestra es pequeña, los datos colectados dejaron un registro muy puntual de la manera como los niños menores a diez años hicieron cambiar los hábitos de sus padres, quienes en promedio tenían 38 años de edad.
El experimento fue diseñado por la investigadora Luciana Fornari, quien se apoyó en un grupo multidisciplinario de expertos de las universidades de Sao Paulo y Anchieta.
El equipo se apoyó en numerosas herramientas pedagógicas, como obras de teatro, concursos de dibujo, charlas y talleres, en los que los niños aprendieron algunos datos centrales como la importancia de moderar el consumo de azúcar, evitar el tabaco, distinguir entre alimentos ricos en grasas y medirse constantemente el peso y la circunferencia de la cintura para tener un coeficiente bajo de factores de riesgo.
El experimento se realizó a lo largo de 2010 y se observó que el 91 % de los padres que tenían riesgo inminente de un infarto, según las guías médicas de prevención de enfermedades cardiacas de Estados Unidos y de Brasil, disminuyó su riesgo gracias a cambios profundos en dieta, manejo del estrés y actividad física.
La inspiración para hacer este experimento surgió en Fornari a partir de su porpia experiencia de maternidad, donde observó que los hijos pueden modificar, de manera eficiente, los hábitos de la familia con los conceptos que han aprendido en la escuela.
El estudio se llevó a cabo en la ciudad de Jundiaí (situada a 60 kilómetros de Sao Paulo), en la que se trabajó con los 197 niños y 323 padres, los cuales se dividieron en dos grupos.
La mitad del grupo , identificada como grupo de control, recibió materiales didácticos pero sin asesoría personalizada. Estos niños fueron provistos con material educativo escrito a principios y mediados de 2010.
El material incluyó información sobre los beneficios del estilo de vida saludable, tales como regular el consumo de grasa y azúcar, aumentar los ejercicios físicos y evitar el tabaco.
La otra mitad del grupo, a la que se llamó el grupo de intervención recibió el mismo material y pero además recibió un programa semanal de educación sobre cuidados al corazón, con mensajes adaptados a sus diferentes edades. Aquí también se incluían los conceptos de una alimentación sana, evitar el tabaco y la importancia de la actividad física.
En ambos grupos, los investigadores reunieron los datos de los padres en el comienzo y el final de 2010, con medidas de peso, talla, circunferencia de cintura, presión arterial y exámenes de laboratorio. De estos datos, los investigadores calcularon el riesgo cardiovascular de los padres.
Al final de año las mediciones arrojaron mejoría en los dos grupos, pero mientras los padres de los niños que sólo recibieron material didáctico disminuyeron su riesgo cardiovascular en 13% aquellos que recibieron asesorías personalizadas bajaron 91% su riesgo de accidentes cardiovasculares. Según los resultados presentados en París.