Ratas con toxoplasmosis infectan a gatos con mecanismo suicida
Texto: Antimio Cruz Foto: Univ. Stanford. El parásito de toxsoplasmo, en color verde, atacan las neuronas de la rata en la zona que estimula el apetito sexual.
Machos de rata enfermos con el parásito toxoplasmo huelen los orines de gato y piensan que es el rastro de una rata hembra en celo, lo que los conduce directo a ser devorados. Este mecanismo facilita que el parásito infeccioso, que puede ser mortal para los seres humanos, invada a los gatos y que use los intestinos de esos animales domésticos como un motor de reproducción.
El complejo proceso, que requiere de dañar el cerebro de la rata, fue identificado por científicos de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, y publicado el pasado miércoles en la página de la universidad, así como en la Biblioteca Pública de Ciencia (PLoS One) y en el portal de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS).
Según el estudio del neurocientífico Patrick House, de la Escuela de Medicina de Stanford, cuando una rata macho detecta la presencia de una hembra en celo una región de su cerebro se activa y ordena una serie de cambios que lo predisponen para el apareamiento, incluyendo un incremento del libido.
El nuevo estudio con ratas de laboratorio infectadas con toxoplasmo encontró que este parásito ataca a la misma región cerebral que gobierna el apetito sexual de las ratas y trastorna su percepción. Debido a esto la rata macho responde con el mismo incremento del apetito sexual cuando percibe el olor a orina de gato que cuando percibe las feromonas de una hembra receptiva.
Esto se demostró con fotografías de la actividad eléctrica en neuronas infectadas con toxmoplasmosis. Así se pudo explicar cómo se infectan los gatos con este parásito, que no mata a los felinos pero puede matar a humanos por infecciones muy fuertes, principalmente a recién nacidos, ancianos y personas con VIH o inmuno-suprimidas por terapias contra el cáncer.
"Lo que pudimos ver fue que sí hay actividad neuronal en la vía que normalmente controla la forma en que las ratas machos responden a las ratas hembras. Es posible que el comportamiento que estamos viendo en respuesta a la orina del gato sea el mismo comportamiento de atracción sexual", detalló en una entrevista con la página de la universidad de Stanford el maestro en ciencias Patrick House , autor del estudio y candidato a doctorado en neurociencias en la Facultad de Medicina.
"Yo no diría que los machos de rata son definitivamente atraídos, pero sin duda pierden el miedo a acercarse a lugares donde la orina informa claramente que hay un gato. Aunque todavía no podemos hacer afirmaciones concluyentes, ver cómo el olor a gato activa la vía de la atracción sexual en ratas es extraño, por no decir bizarro".
Para una rata, el miedo de los gatos es racional. Sin embargo, el intestino delgado de un gato es el único ambiente en el que el Toxoplasma puede reproducirse sexualmente. Por esta razón es fundamental que el parásito haga todo lo posible por llegar al sistema digestivo de un gato con el fin de completar su ciclo de vida.
El hallazgo neurológico en ratas tiene sentido pues beneficia al parásito ya que al engañar a las ratas que lo hospedan –a las que seguramente entraron por el consumo de carne cruda o alimentos en malas condiciones sanitarias- facilita las condiciones para ser comido por un gato.
“La dinámica entre gato y rata, cuando está actuando el Toxoplasmo podría describirse con la frase ‘No tengas miedo, no corras, la cena ya está servida”, bromeó Patrick House.
La investigación fue publicada en la edición 17 de agosto de la revista PLoS ONE, como un reporte de House, presentándose como miembro del laboratorio de Robert Sapolsky, profesor de biología y en la escuela de medicina de Stanford.
Machos de rata enfermos con el parásito toxoplasmo huelen los orines de gato y piensan que es el rastro de una rata hembra en celo, lo que los conduce directo a ser devorados. Este mecanismo facilita que el parásito infeccioso, que puede ser mortal para los seres humanos, invada a los gatos y que use los intestinos de esos animales domésticos como un motor de reproducción.
El complejo proceso, que requiere de dañar el cerebro de la rata, fue identificado por científicos de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, y publicado el pasado miércoles en la página de la universidad, así como en la Biblioteca Pública de Ciencia (PLoS One) y en el portal de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS).
Según el estudio del neurocientífico Patrick House, de la Escuela de Medicina de Stanford, cuando una rata macho detecta la presencia de una hembra en celo una región de su cerebro se activa y ordena una serie de cambios que lo predisponen para el apareamiento, incluyendo un incremento del libido.
El nuevo estudio con ratas de laboratorio infectadas con toxoplasmo encontró que este parásito ataca a la misma región cerebral que gobierna el apetito sexual de las ratas y trastorna su percepción. Debido a esto la rata macho responde con el mismo incremento del apetito sexual cuando percibe el olor a orina de gato que cuando percibe las feromonas de una hembra receptiva.
Esto se demostró con fotografías de la actividad eléctrica en neuronas infectadas con toxmoplasmosis. Así se pudo explicar cómo se infectan los gatos con este parásito, que no mata a los felinos pero puede matar a humanos por infecciones muy fuertes, principalmente a recién nacidos, ancianos y personas con VIH o inmuno-suprimidas por terapias contra el cáncer.
"Lo que pudimos ver fue que sí hay actividad neuronal en la vía que normalmente controla la forma en que las ratas machos responden a las ratas hembras. Es posible que el comportamiento que estamos viendo en respuesta a la orina del gato sea el mismo comportamiento de atracción sexual", detalló en una entrevista con la página de la universidad de Stanford el maestro en ciencias Patrick House , autor del estudio y candidato a doctorado en neurociencias en la Facultad de Medicina.
"Yo no diría que los machos de rata son definitivamente atraídos, pero sin duda pierden el miedo a acercarse a lugares donde la orina informa claramente que hay un gato. Aunque todavía no podemos hacer afirmaciones concluyentes, ver cómo el olor a gato activa la vía de la atracción sexual en ratas es extraño, por no decir bizarro".
Para una rata, el miedo de los gatos es racional. Sin embargo, el intestino delgado de un gato es el único ambiente en el que el Toxoplasma puede reproducirse sexualmente. Por esta razón es fundamental que el parásito haga todo lo posible por llegar al sistema digestivo de un gato con el fin de completar su ciclo de vida.
El hallazgo neurológico en ratas tiene sentido pues beneficia al parásito ya que al engañar a las ratas que lo hospedan –a las que seguramente entraron por el consumo de carne cruda o alimentos en malas condiciones sanitarias- facilita las condiciones para ser comido por un gato.
“La dinámica entre gato y rata, cuando está actuando el Toxoplasmo podría describirse con la frase ‘No tengas miedo, no corras, la cena ya está servida”, bromeó Patrick House.
La investigación fue publicada en la edición 17 de agosto de la revista PLoS ONE, como un reporte de House, presentándose como miembro del laboratorio de Robert Sapolsky, profesor de biología y en la escuela de medicina de Stanford.