Sí hay vínculo entre depresión y presencia de parásitos intestinales, indica estudio de la UNAM en Scientific Reports

(23/07/20)Antimio Cruz. La revista Scientific reports publicó un estudio mexicano de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que muestra evidencia de que la depresión puede asociarse a la presencia de parásitos intestinales que alteran la microbiota y la generación de neurotransmisores y procesos de comunicación neuronal en el eje nervioso intestino-cerebro. 

El estudio fue realizado en comunidades indígenas de la sierra del estado de Guerrero gracias a una colaboraciòn que encabeza la Facultad de Psicología, junto con el Instituto de Ecología y la asociación civil para el desarrollo indigena  Xuajin Me'phaa. 

Según el reporte, el equipo de investigadores mexicanos analizó eses fecales de niños en dos comunidades indígenas y observó dos indicadores: la presencia del parásito Ascaris lumbricoide y la baja presencia de bacterias que intervienen en la producción y aprovechamiento del neurotransmisor dopamina, cuya ausencia se relaciona con la depresión. 

Elvia Ramírez Carrillo e Isaac González Santoyo determinaron que el parásito Ascaris lumbricoides genera alteraciones en la microbiota intestinal, afectando las redes generales de comunicación y las subredes clave vinculadas con la depresión

Ascaris lumbricoides vive en el suelo, aqueja a más de un tercio de la población mundial, principalmente poblaciones de bajos recursos, y causa importantes problemas metabólicos.

Los expertos de la UNAM revisaron muestras fecales de niños y adultos en dos comunidades indígenas de Guerrero, hablantes de me’phaa.

El objetivo inicial fue determinar cómo su estilo de vida influye en la composición, abundancia y redes de comunicación de la microbiota. Su modo de vivir es muy diferente al de las ciudades y se asemeja más a lo que experimentó nuestra especie a lo largo de su evolución”, detalló González Santoyo.

Esto sirve para entender cómo nuestro modo de vivir impacta en grupos bacterianos fundamentales para el funcionamiento óptimo de nuestros sistemas inmunológico, nervioso o endócrino, añadió.

Ramírez Carrillo destacó que la presencia de A. lumbricoides daña más a los adultos, “aspecto interesante para proponer otra alternativa en el estudio del origen de la depresión humana”.

Intestino-cerebro

En México hay diferentes grupos que estudian la manera como los microorganismos que habitan los intestinos influyen en procesos cerebrales. En 2018, un equipo científico que trabaja en Morelia, Michoacán, coordinado por la doctora Naima Lajud, logró hacer una recolonización o sustitución de los microorganismos que habitan en los intestinos de ratones de laboratorio y así pudo documentar que, al cambiar la microbiota intestinal también se modifican algunas conductas de los animales, como depresión y ansiedad, las cuales estaban relacionadas con experiencias estresantes de los roedores cuando estaban en sus primeros días de vida.

Todavía hay muchas preguntas por resolver ya que cada vez hay más evidencia de que la microbiota produce hormonas y neurotransmisores que viajan desde los intestinos y el estómago hacia el cerebro, influyendo en la conducta.

En las personas la microbiota intestinal bacteriana es muy diversa, con más de tres mil 180 especies reportadas hasta ahora, que favorecen la formación de proteínas, moléculas de señalización y el metabolismo de nutrientes que son fundamentales para la vida. Los factores que alteran su abundancia, composición y comunicación se han relacionado con al menos 50 problemas de salud, afirmó González Santoyo.

Lo que la UNAM ha reportado esta semana es que un ejemplo de perturbaciones en la transmisión de señales entre neuronas puede ser efecto de la presencia de A. lumbricoides, que impacta en procesos cognitivos como la memoria, el aprendizaje e incluso la inteligencia no verbal, precisó Ramírez Carrillo.

Los parásitos intestinales pueden afectar la microbiota y aumentar los síntomas de depresión. Los adultos son más susceptibles porque el parásito interfiere con especies de bacterias que participan en el metabolismo de la dopamina, uno de los principales moduladores en la sintomatología depresiva. Los niños son más resilientes”, puntualizó.

Los resultados del trabajo, en el que participaron investigadores de la FP, del Instituto de Ecología de la UNAM, y la Asociación Civil para el desarrollo indígena Xuajin, Me’phaa A.C., fueron publicados en la revista Scientifc Reports, de Nature.

El artículo ha tenido gran repercusión en la comunidad científica. El siguiente paso será comparar la variedad microbiana de los pobladores de las localidades de Guerrero con los de algunas ciudades, pues se piensa que debido al estilo de vida, los habitantes de las urbes presentarán menor diversidad ecosistémica de estos microorganismos y, por ende, menor estabilidad en las redes de estas especies asociadas con la depresión.

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