ADN de mastodontes muestra que migraban hasta Centroamérica y regresaban al norte




(03/09/20) Texto: Antimio Cruz   Foto: Cortesía del INAH

Con la participación de científicos de México, Estados Unidos, Canadá y Australia, el primer estudio genético a gran escala de mastodontes americanos (Mammut americanum), publicado este miércoles en la revista Nature Communications mostró que esos paquidermos prehistóricos no sólo migraron desde Alaska hacia el sur sino que mantenían un ciclo de migraciones en los que llegaban hasta centroamérica y luego volvían al norte, como algunas especies actuales. 

Para realizar el estudio se reconstruyó el genoma mitocondrial de restos fosilizados de 33 animales individuales.  Uno de esos individuos fue un mastodonte cuyo molar se rescató, en los años 60, en el pueblo de Xico, Estado de México, y que resguarda el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

El doctor Joaquín Arroyo Cabrales, coautor del artículo y profesor-investigador de la Subdirección de Laboratorio y Apoyo Académico del instituto, informó que el nuevo conocimiento se obtuvo gracias al diálogo entre investigadores de México, Estados Unidos, Canadá y Australia, liderados por Emil Karpinksi, doctorante en el Centro de ADN Antiguo y el Departamento de Biología de la Universidad McMaster, de Canadá; lugar al que se enviaron muestras para los análisis en laboratorio.

En total se remitieron seis muestras mexicanas, de las cuales solo una ―incluida en el citado conjunto de 33―, perteneciente al mastodonte de Xico, mostró evidencia de ADN antiguo y pudo ser fechada con una antigüedad de 32 mil años.



El doctor Arroyo es encargado de la Colección Paleontológica del INAH y narró que el molar de Xico fue el único elemento óseo que se recuperó durante la construcción de un pozo; rescate dirigido por el arqueólogo Raúl Arana.

Los mastodontes ―proboscídeos de menor talla que los mamuts pero mayores que los gonfoterios― recorrieron desde Beringia (actualmente Alaska y El Yukón) hasta el actual centro de México e incluso Centroamérica. Desaparecieron hace 11 mil años junto con especies como los tigres dientes de sable y los perezosos terrestres gigantes. 



Muchos científicos consideran que su extinción se debió a una combinación de factores: cambio climático, aumento en la competencia por alimento y caza exhaustiva a manos de los seres humanos.

“Estos animales no tenían poblaciones sedentarias, los datos muestran que se movían de manera constante de abajo hacia arriba, en función de si mejoraban las condiciones ambientales al norte y al sur del continente”, comentó Hendrik Poinar, director del Centro de ADN Antiguo de la Universidad McMaster y coautor del estudio.

Arroyo Cabrales precisó que la migración pudo identificarse desde los 33 fósiles, al reconocer en ellos al menos tres grupos emparentados en su ADN pero separados geográfica y temporalmente, lo que esclareció que los individuos de esos grupos pertenecían a una misma línea migratoria.

 

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