En México, estudian frutas como base para biopesticidas y biocombustibles



TEXTO: Antimio Cruz  FOTOS: Universidad Autónoma de Chapingo

Las cáscaras, semillas y otros componentes de frutas que se cultivan en México, como la guanábana, chincuya, ilama y saramuyo, pueden servir como base para la producción de biopesticidas y biocombustibles, según estudios que realizan científicos de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh)

Esas especies contienen una amplia gama de compuestos –alcaloides, terpenoides, compuestos fenólicos, flavonoides, acetogeninas– y ácidos grasos (linoleico, oleico y esteárico), cuya bioactividad se asocia con su efecto citotóxico –que elimina células cancerosas–, antitumoral, antibacterial, pesticida y antimalarial.

Los frutos mencionados son parte de la familia de árboles y arbustos llamada anonáceas; las cuales producen frutos dulces, de alto valor nutritivo y con usos medicinales, ornamentales, de esencias y aceites, cercos vivos, leña y madera.

Ciencia aplicada

 La UACh, que depende directamente de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, desarrolla esas investigaciones para identificar y cuantificar los compuestos de interés, así como el metabolismo y la fisiología de germinación en los frutos de anonáceas de los estados de Yucatán, Chiapas y Estado de México.

Este trabajo es encabezado por la investigadora del Departamento de Fitotecnia de la UACh, Eloísa Vidal Lezama.  Con los resultados del proyecto científico se promoverá la capacitación a técnicos y productores en el manejo sustentable de plagas y enfermedades en sus parcelas, a través del uso de estos derivados, e impulsar la innovación en el empleo de subproductos frutícolas.

Eloísa Vidal Lezama, explicó que los productos de interés para su investigación son dulces y de alto valor nutritivo, al contar con una fuente importante de carbohidratos, minerales y vitaminas, y son atractivos y exóticos.

También, indicó que los frutos suelen distinguirse por su uso medicinal, ornamental e insecticidas biológicos para extracción de esencias y aceites, cercos vivos, leña y madera para elaborar herramientas de trabajo. 

Vidal Lezama subrayó que la investigación es valiosa para diferentes sectores productivos, pero se ha delimitado al terreno de la agronomía, tanto en el conocimiento científico como tecnológico.

Conservación y uso sustentable

La investigadora de la Universidad Autónoma de Chapingo expuso que algunas de esas especies anonáceas se distribuyen en regiones tropicales y subtropicales y pertenecen a un grupo botánico tan antiguo que es posible considerarlo como fósiles vivientes.

Algunas no han evolucionado al mismo ritmo que aquellas domesticadas. Se trata de una familia, cuyas características primitivas y respuesta ante el estrés deben ser estudiadas para su mejor aprovechamiento.

 De ahí que el estudio también desarrolla estrategias para el entendimiento de la germinación de semillas, un componente fundamental en ciclo de vida de las plantas y fuente de información, con el fin de que la próxima generación se disperse, establezca, desarrolle y reproduzca para la perpetuación de la especie, apuntó.

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