Combate "Un kilo de ayuda" desnutrición en menores de 5 años en México

TEXTO Y FOTOS: Antimio Cruz
Las apariencias engañan. Sentados en la orilla de la carretera Toluca-Zitácuaro, frente a un inquietante y bello paisaje en el que se miran bosques de pino en las orillas de terrenos sembrados con maíz y otros terrenos cubiertos con brillantes flores silvestres de colores violeta y amarillo mostaza, uno pensaría que está en el lugar más feliz del mundo.

En los albores del otoño de 2012, sentados a la orilla de un camino, miramos los hilos de humo negro saliendo de las cocinas en pequeñas casas de adobe, tabique y teja de barro. Algunas mujeres con sombreros de paja caminan por sus patios perseguidas por pollos y guajolotes, mientras algunos adolescentes arrean borregos con lana empolvada con tierra de bosque. Es la frontera entre el Estado de México y Michoacán.

Ese podría ser realmente el lugar más feliz del mundo, pero es en realidad uno de los lugares con más alta desnutrición infantil de toda la República Mexicana. Desde lejos se mira una comunidad donde, hace una década, los niños de 5 años tenían una estatura de niño de 2 años. Un lugar donde las mujeres llegan a tener un hijo por año desde los 16 hasta los 20 ó 22 años de edad y donde los adultos hombres sólo vienen a celebrar las fiestas familiares o porque están desempleados. Es un exportador de trabajadores de la construcción.

En las comunidades de Venta de Ocotillo y San Roque, Estado de México, los niveles de desnutrición infantil rondan el 42%, muy por encima del 12 % de desnutrición infantil a nivel nacional.

Pastos largos .

En el centro de Salud de San Roque los mejores asientos para sentarse son los pastos verdes que rodean la construcción. Son los mejores porque no hay otros. Pero las madres de familia que llegan con sus niños de brazos o con niños estatura menor a un metro no se quejan. Llegan de buenas a la jornada de actividades de nutrición que realiza cada 14 días la organización no gubernamental (ONG) Un kilo de ayuda. Esta semana también han acudido, sin saber que el 16 de octubre se conmemora en todo el mundo el Día Mundial de la Alimentación.

Llegan de buenas, bromeando entre ellas, pero no pasan por alto exponer una queja que traen guardada desde hace varias semanas:

“Antes ustedes sí eran Un kilo de ayuda, pero ahora son Medio kilo de ayuda porque ahora ya no nos toca más que medio kilo de azúcar o medio litro de aceite”, le dice una madre de familia a una de las nutriólogas que llega con la caravana de tres camionetas.

“Me da mucha pena, pero este año todos los precios de los alimentos han subido y nos la hemos visto negras. Tenemos que trabajar durísimo para conseguir más dinero de donativos y pues vamos juntando de granito en granito”, le comenta Daniela Cuecuecha, una de las responsables de dar a conocer a más donadores el trabajo de esta ONG que fue fundada hace 25 años y que lleva apoyo alimentario a 57 mil 500 niños en 951 comunidades, de toda la república.

Luego una mamá le responde:

“No se preocupe, es que la gente ha de tener desconfianza de donar. Necesitaríamos que nos vieran, para que nos crean y los niños coman bien”.

Pero las madres de familia no hacen de su queja un mitin político. Saben que el apoyo que les llega es algo extra y voluntario. Por eso tardan sólo unos minutos en organizar sus cuatro equipos de diez y doce mamás, mientras los jóvenes nutriólogos arman, sobre el pasto, seis mesas de atención.

Las carencias nutricionales son muchas, pero el punto más crítico es el periodo en que los niños tienen entre 8 meses y dos años de edad. Ese es el momento en que ya dejaron o comienzan a dejar la alimentación con leche materna y deben comenzar a consumir sólidos y papillas. En ese periodo es donde los niveles de desnutrición infantil rebasan el 40 %.

Hay cerca de 40 madres, pero hay casi 70 niños. Por eso, Liliana Villanueva, Ismael Ortega, Rocío Gallardo y Brenda Sánchez, nutriólogos que encabezan el equipo para esa comunidad, comienzan a organizar juegos y canciones para pequeñitos y sus mamás. Sólo los menores de 5 años pueden ser parte de los beneficios de Un kilo de ayuda, porque esa es la edad más crítica del crecimiento y porque es lo que alcanza con los recursos donados por ciudadanos de muchas ciudades.

Seis acciones

Las apariencias engañan, en varios sentidos. Una joven cantante, menor de 30 años, llega con la caravana de servicio social. Se llama Patricia Cantú y es la actual embajadora e imagen pública de Un kilo de ayuda. Al principio las madres la miran con desconfianza porque dicen que “seguro sólo se quiere tomar fotos con nosotras, la gente pobre”.

Pero cuando se para en el centro del grupo y se pone a explicar a las personas que en los primeros cinco años de vida se realiza toda la interconexión del cerebro y que si sus niños no alcanzan las estaturas saludables difícilmente rebasarán el metro y medio de altura cuando sean adultos, las madres se sorprenden de su intervención.

Así se pone en marcha una jornada de trabajo de entre dos y tres horas en las que cada madre y cada niño o niña debe participar en seis grandes actividades de vigilancia, atención y ayuda.
La primera actividad es la Vigilancia Nutricional. Ahí la primera en participar es Nelly Garduño Garduño, quien está en las etapas finales del programa de atención porque ya tiene cuatro años. Ella solita se quita los zapatos, sube a la báscula y luego se para junto a la regla de metal con la que le miden estatura. Luego ayuda a sus padres para que sean medidas sus tres hermanitas, de 3 años, un año y 20 días de edad. En este módulo les informan que en las siguientes visitas se les administrarán desparasitantes y megadosis de vitamina A. Además de que se les entregarán sobres de suero oral.

La segunda actividad también la encabeza Nelly y es una acción clave para el crecimiento y la formación del cerebro; se trata de la Detección de Anemia. Ahí se revisa a los niños, pero también a las mujeres embarazadas de la comunidad para ver sus niveles de hemoglobina en la sangre. En esta ocasión hay cuatro embarazadas, además de las decenas de niños. La mayoría sale bien, pero algunos otros, como el pequeño Juan Pablo, de un año dos meses, sí tiene anemia, sus niveles de glóbulos rojos están muy bajos y será necesario darle hierro como complemento a sus alimentos.

La principal fuente de hierro en la dieta es la carne, pero al igual que los ostiones, la guanábana, el amaranto y las espinacas. Irónicamente, los cereales –que son muy recomendados por sus aportes en fibra y carbohidratos- son alimentos que disminuyen la absorción de hierro.

Quienes tienen deficiencia en hierro pueden recuperarse con cambios en su dieta, pero cuando son muy pequeños es necesario darles suplementos de hierro como las sales ferrosas o el hierro polimatosado. Cada uno tiene sus propiedades positivas, pero en los últimos años se ha visto que el hierro polimaltosado (que se puede dar a los niños en forma de jarabe o gotas) tiene menor riesgo de provocar intoxicaciones y menores alteraciones al sistema digestivo.

Mientras un equipo de madres de familia está en las dos primeras actividades, otro equipo ya se ha acomodado alrededor de una mesa donde se les está dando capacitación sobre cómo combinar alimentos y sobre cómo armar el Plato del buen comer, con frutas y verduras, cereales y proteína animal.

A un lado, en otra mesa, labora con otras jóvenes Paty Cantú, la cantante, está en la mesa donde hay más niños porque hay una decena de juguetes de madera. Es la mesa de Evaluación de Neurodesarrollo y Estimulación temprana. Ahí los niños, desde un año, seleccionan y ordenan materiales por colores y por formas. Tienen que colocar piezas en rompecabezas de madera, mover ruedas y hacer otros ejercicios para medir su proceso de construcción cerebral.

“Parece que estos juegos no sirvieran, pero aquí muchos niños, cuando están malitos o mal comidos, todo el día están quietos, tristes y pegados con su mamá. Pero nos enseñaron antes que jugar con los niños es importante y ahora hay más mamás que les dedican tiempo a jugar con sus niños y luego ya no los para”, cuenta la señora Ruth, una mujer trabajadora que llegó con su niño sentado en una carretilla que ella venía empujando.

Las otras dos acciones del programa son el taller de educación Agua Segura, donde se presentan ideas para filtrar, hervir o desinfectar agua y disminuir el alto índice de diarreas entre niños.

Por último, se entrega lo que más esperan las familias, el paquete de alimentos que obsequia cada 14 días la ONG.

“Acuérdense que son diez tipos de alimentos, de los cuales seis son para toda la familia y cuatro son exclusivamente para los niños menores de cinco años. Para los chiquitos es la leche, los mazapanes, las galletas y la harina de amaranto”, les dice Liliana Villanueva. Además de eso se les entrega arroz, frijol, aceite, azúcar, harina de maíz y dos sopas de pasta.

De grande te acomodas el hambre

Sólo un padre de familia está presente en la jornada de actividades de Un kilo de ayuda, en San Roque. Es el señor José Garduño Martínez, de 24 años de edad, quien llega con su esposa Viridiana Garduño Mariano y sus cuatro niñas.

“Mi oficio es de carpintero de obra negra y mayormente tengo que ir a otras ciudades a trabajar. Ahorita estábamos trabajando en Toluca en un hospital que se estaba haciendo y ahorita se acabó el trabajo, por eso me ve aquí. El sábado, primeramente Dios, me voy a ir a Orizaba, Veracruz a una obra de unos bancos y no sé cuánto tiempo habrá trabajo por allá”, dice con José. Luego explica que en San Roque se puede trabajar un poco la tierra, pero siempre se gana más en la construcción.

“Hay que buscarle de todo porque cuando uno está solo se acomoda el hambre, pero ya con familia nunca puedes dejar de buscarle para llevar algún ingreso a la casa”, añade.

El señor Garduño dice que desde que se embarazó su esposa por primera vez la fueron a buscar para recibir el apoyo de Un kilo de ayuda.

“Sí es una ayuda económicamente porque es un paquete nutricional que nos saldría carísimo comprar por separado. Digo comprarlo, en caso de que lo encuentre uno por aquí”.

Otra beneficiaria Rosa Gabriela de la Cruz, de 22 años, explica que el arroz, el frijol y las sopas son para toda la familia y que para ella el programa sí implicó un gran cambio.

“Simplemente. Antes del apoyo en la casa o había arroz o había leche o había frijol, pero nunca los tres al mismo tiempo. Y uno se acostumbra, pero luego cuando te explican por qué no crecen los niños ya ves que no es normal”, dice la señora De la Cruz.

Al final de la jornada de trabajo, ya cuando les dijeron que Paty Cantú es cantante le hacen ronda y le empiezan a corear “¡Que cante! ¡que cante! ¡que cante!”. Y la ponen a cantar a capella, pero antes le aclaran. “Que no sea una canción triste sino alegre porque hoy nos venimos a alegrar”.

Al terminar la jornada la caravana sale rumbo a la cabecera municipal de Villa Victoria. Al día siguiente irán a otra de las 60 comunidades que se atienden en el Estado de México, que son sólo una fracción de las 951 comunidades que se atienden en el país.

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