Después de una guerra, alcohol, tabaco y comida chatarra hacen gran negocio: OMS
TEXTO: Antimio Cruz FOTO: Crónica
Cuando una guerra termina la población queda sumergida en un estado de estrés y ansiedad tan elevado que deja una “puerta abierta” para que las compañías de alcohol, tabaco y comida chatarra hagan un gran negocio. Esto tiene como consecuencia posterior un aumento acelerado en los casos de cáncer, hipertensión y diabetes, según un reporte publicado, en enero, en el Boletín de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El organismo internacional advirtió que las múltiples tareas que tiene que atender un gobierno después de una guerra también deben incluir una buena regulación para la venta de alcohol, tabaco y comida chatarra porque si esto se descuida genera una gran cantidad de enfermos y altos costos económicos para esa sociedad.
La OMS llegó a estas conclusiones a partir de un estudio realizado conjuntamente por tres investigadores: Bayard Roberts y Martin McKee, de la Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical (London School of Hygiene y Tropical Medicine), y Preeti Patel, del Colegio Real de Londres (King’s College London). Ellos reunieron información para mostrar que al final de una guerra empieza un problema sanitario que es poco atendido y que tiene que ver con los problemas mentales de los ciudadanos.
“Podemos ver que después de ser expuestos a eventos violentos y traumáticos, los pobladores se vuelven propensos a desarrollar conductas dañinas para su salud, como el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo, cuya influencia en la aparición de enfermedades ya ha sido ampliamente demostrada. Pero algo preocupante es que la mayoría de los problemas que se comienzan a incubar, al finalizar la guerra, corresponden al grupo de padecimientos que llamamos ‘Enfermedades No Comunicables’, es decir aquellos males que preocupan poco a la población porque no enseñan síntomas inmediatos pero acarrean grandes problemas y gastos a largo plazo”, dice el boletín de la OMS.
Tres ejemplos que se estudiaron para reforzar esta argumentación fueron los casos de Afganistán, Irak y Libia, los cuales han estado inmersos en conflictos armados en los últimos diez años.
“Afganistán no tiene una política nacional de prevención del cáncer, la diabetes ni la hipertensión. Aunque la Comisión Europea ha puesto atención a este tema, ninguno de los otros países que actuaron como socios o aliados del actual gobierno de Afganistán han ofrecido apoyo para prevenir estos problemas de salud. Algo más preciso se observa en Irak, donde el problema de la presión arterial elevada ha sido descuidado y actualmente mueren prematuramente por este mal tres veces más personas que antes de la guerra”, continúa el estudio.
También en Libia, el estudio difundido por la OMS, encontró que hay un descuido de las llamadas Enfermedades No Comunicables (cáncer, diabetes, hipertensión) y que el número de muertes por estos males está creciendo mucho más rápido que las muertes por enfermedades infecciosas.
“Las políticas de reconstrucción tras una guerra proveen una puerta abierta para compañías multinacionales que influyen contra los esfuerzos para limitar el uso de tabaco y alcohol y también esas compañías multinacionales frenan los esfuerzos para promover entre los ciudadanos dietas más saludables”, dicen los expertos.
El boletín de la Organización Mundial de la Salud también presentó datos para afirmar que el tema de la salud de largo plazo, después de una guerra, fue un tema ignorado por todos los participantes de la Conferencia General de la Organización de Naciones Unidas, en septiembre de 2011.
“Se le pone muy poca atención a la salud de largo plazo cuando se ofrece apoyo a un país que va saliendo de la guerra. Todos los esfuerzos de reconstrucción se enfocan en el presente y abren puertas para males graves del futuro”, indican.
Cuando una guerra termina la población queda sumergida en un estado de estrés y ansiedad tan elevado que deja una “puerta abierta” para que las compañías de alcohol, tabaco y comida chatarra hagan un gran negocio. Esto tiene como consecuencia posterior un aumento acelerado en los casos de cáncer, hipertensión y diabetes, según un reporte publicado, en enero, en el Boletín de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El organismo internacional advirtió que las múltiples tareas que tiene que atender un gobierno después de una guerra también deben incluir una buena regulación para la venta de alcohol, tabaco y comida chatarra porque si esto se descuida genera una gran cantidad de enfermos y altos costos económicos para esa sociedad.
La OMS llegó a estas conclusiones a partir de un estudio realizado conjuntamente por tres investigadores: Bayard Roberts y Martin McKee, de la Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical (London School of Hygiene y Tropical Medicine), y Preeti Patel, del Colegio Real de Londres (King’s College London). Ellos reunieron información para mostrar que al final de una guerra empieza un problema sanitario que es poco atendido y que tiene que ver con los problemas mentales de los ciudadanos.
“Podemos ver que después de ser expuestos a eventos violentos y traumáticos, los pobladores se vuelven propensos a desarrollar conductas dañinas para su salud, como el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo, cuya influencia en la aparición de enfermedades ya ha sido ampliamente demostrada. Pero algo preocupante es que la mayoría de los problemas que se comienzan a incubar, al finalizar la guerra, corresponden al grupo de padecimientos que llamamos ‘Enfermedades No Comunicables’, es decir aquellos males que preocupan poco a la población porque no enseñan síntomas inmediatos pero acarrean grandes problemas y gastos a largo plazo”, dice el boletín de la OMS.
Tres ejemplos que se estudiaron para reforzar esta argumentación fueron los casos de Afganistán, Irak y Libia, los cuales han estado inmersos en conflictos armados en los últimos diez años.
“Afganistán no tiene una política nacional de prevención del cáncer, la diabetes ni la hipertensión. Aunque la Comisión Europea ha puesto atención a este tema, ninguno de los otros países que actuaron como socios o aliados del actual gobierno de Afganistán han ofrecido apoyo para prevenir estos problemas de salud. Algo más preciso se observa en Irak, donde el problema de la presión arterial elevada ha sido descuidado y actualmente mueren prematuramente por este mal tres veces más personas que antes de la guerra”, continúa el estudio.
También en Libia, el estudio difundido por la OMS, encontró que hay un descuido de las llamadas Enfermedades No Comunicables (cáncer, diabetes, hipertensión) y que el número de muertes por estos males está creciendo mucho más rápido que las muertes por enfermedades infecciosas.
“Las políticas de reconstrucción tras una guerra proveen una puerta abierta para compañías multinacionales que influyen contra los esfuerzos para limitar el uso de tabaco y alcohol y también esas compañías multinacionales frenan los esfuerzos para promover entre los ciudadanos dietas más saludables”, dicen los expertos.
El boletín de la Organización Mundial de la Salud también presentó datos para afirmar que el tema de la salud de largo plazo, después de una guerra, fue un tema ignorado por todos los participantes de la Conferencia General de la Organización de Naciones Unidas, en septiembre de 2011.
“Se le pone muy poca atención a la salud de largo plazo cuando se ofrece apoyo a un país que va saliendo de la guerra. Todos los esfuerzos de reconstrucción se enfocan en el presente y abren puertas para males graves del futuro”, indican.